trayendo de vuelta los buenos tiempos box set lp

José Ignacio Lapido (Granada 1962) quizá sea, muy a pesar suyo, el misterio mejor guardado del rock español. Apartado de las tendencias que eluden y lo hallan de manera cíclica, su figura es tan desconocida para el enorme público como reverenciada entre sus correligionarios. Hombre de solo una mujer y de solo una guitarra, en las décadas en la música que le contemplan -como autónomo y adelante de los reverenciados- esta lealtad como aspecto definitorio se la ha extendido a sí mismo ahora su forma de ver el planeta : incisiva y sarcástica, romántica y también inspiradora, desprovista de la insolente bóveda de cuchillo que hace perder la promesa. Lapido es un tradicional en el alambre, y con conciencia de serlo se encara a cada novedosa curva en la comarcal de una excursión musical que va para 40 años.

Soda Stereo, de Buenos Aires en el planeta en 4 escalas

La década del 80 vio medrar el trío a un ritmo jamás antes popular para una banda de rock de charla hispana. De una disco porteña a una investigación de Los Ángeles, el trío se transformó en el foco de la música pop sudamericana. Por: Ignacio Guebara

Av. Cabildo 4663, Buenos Aires. En tres cuadros de la General Pau, en la discotheque Airport, Soda Stereo logró su debut oficial un 22 de julio de 1983. No eran, ni muchísimo menos, la atracción primordial de la noche: los ojos de los 200 paisanos estaban puestos en un desfile de modelos en la planta baja del ubicación. “Absolutamente nadie nos dio boca”, recordaría después Gustavo Cerati en una entrevista en la radio chilena Zero, “pero nos dio gusto, si bien absolutamente nadie nos escuchase. Parecíamos verdaderamente un conjunto punk, no sabíamos tocar y sonaba realmente fuerte, si bien solo fuera esto”. Hay que admitir aquí algo de falsa modestia: Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti ensayaban juntos ahora desde marzo del año previo, y para mediados de diciembre habían empezado con ciertas muestras en cumpleaños o fiestas entre amigos. Los tres integrantes de Soda ahora cargaban con determinado paseo previo. Gustavo Cerati había que viene dentro múltiples bandas desde el secundario. “El primero fue un trío, tocábamos rock y blues. Le habíamos puesto Y también.T., bastante antes de la película. De todos modos se llamaba Vida Terrenal, un nombre horrible, conque terminamos llamándolo Y también.T., que era mucho más corto y menos vergonzoso”, examinaba Gustavo. Zeta, por su lado, era un autodidacta: participó de múltiples bandas de covers y llegó a integrar la orquesta de la Fragata Independencia en uno de sus recorridos por el planeta. Charly, ciertos años mucho más joven que el resto, formaba un trío que tocaba en acontecimientos. Cerati y Bosio se conocieron en la Facultad de El Salvador, donde cursaban la carrera de Propaganda adjuntado con compañeros como Alfredo Lois -quien sería después considerado “el cuarto Soda”, mote compartido con Daniel Melero- y el DJ Carlos Alfonsín. A lo largo de las vacaciones veraniegas, Gustavo viajó a Uruguay con un conjunto musical disco para ahorrar dinero. “El sitio donde tocábamos quebró y nos quedamos sin un peso en Punta del Este. Procuramos vender todo cuanto se encontraba en la disco, por el hecho de que la dueña se escapó. En otro sitio de Punta del Este se encontraba Zeta tocando con un conjunto llamado Morgan. Como no tenía dónde establecerme me fui con ellos, y ahí comenzó mi relación con Zeta”, confió. Alberti hace aparición en escena ahora entrado en 1982. “Che, tengo un pesado que me prosigue, es baterista”, recuerda Cerati que le ha dicho su hermana, María Laura, y tras una charla telefónica decidió ir con Zeta a comprender -lo. “Fuimos a su casa, pero no lo escogemos por su aptitud como baterista sino más bien por el hecho de que tenía salón de ensayo, equipos y se había cortado el pelo. Esto era esencial”, resaltaría entre risas.

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